ACTO I.-
En el patio de una posada en Amiens, dos clientes distinguidos, Guillot y De Brétigny, acaban de llegar con sus alegres compañeras Pousette, Javotte y Rosette, que dicen ser actrices, pero que en realidad no son sino amantes de aquéllos. Reclaman con impaciencia clamorosa la comida.
El posadero se apresura a decirles que les servirán en seguida y ellos pasan a comer a un pabellón.
La gente se reúne para esperar la llegada de la diligencia, y el posadero conversa con ellos. Lescaut, un joven militar, entra con dos compañeros de viaje, a los que envía dentro de la posada en tanto que él aguarda la llegada de la diligencia. Va a recibir a su prima Manon, una joven que va a ingresar en un convento.
Llega el carruaje y se produce un revuelo de pasajeros, mozos y gente que espera. Lescaut encuentra a Manon y ambos se presentan; el joven hace comentarios sobre la belleza de su prima. Fatigada y confusa por el viaje, Manon dice a su primo que está aturdida: "Je suis encore tout étourdie". De nuevo un ir y venir de gentes prepara la reanudación del viaje de la diligencia.
Lescaut sale para traer el equipaje de Manon; Guillot, prendado de su belleza, le ofrece a la muchacha que huya con él; ella se ríe ante la proposición y los compañeros de Guillot le llaman. Pero él dice a Manon que su coche estará allí en unos momentos y que está a su servicio.
Vuelve Lescaut y Guillot se reúne con sus amigos. Pensando ir a jugar una partida de cartas con sus compañeros, Lescaut, muy seriamente previene a su prima contra las proposiciones frívolas que puedan hacerle. Cuando se queda sola, Manon canta, con triste resignación, sus sueños, mientras admira los preciosos vestidos de las "actrices" que hay en la posada: "Restons ici" ("Quedémonos aquí").
Entra el caballero Des Grieux, meditando sobre la reunión que va a tener con su padre. Se encuentra de repente con Manon; el amor entre los dos jóvenes surge al instante. Manon dice a Des Grieux que marcha a recluirse en un convento, pero él le ruega que no lo haga y que se marche con él a París y los dos cantan embelesados. Llega el coche pedido por Guillot y los jóvenes deciden huir en él a París.
Se oyen, en el interior de la posada, las carcajadas de las "artistas" y la voz de Lescaut, quien un momento después, y acompañado por Guillot, sale. Enfurecido, Lescaut culpa a Guillot del rapto de Manon. El posadero, sin embargo, dice a Lescaut que su prima se ha marchado en el coche de Guillot con un joven. Los circunstantes se burlan de Guillot, quien a su vez, jura vengarse de la joven pareja.
ACTO II.-
Des Grieux y Manon viven en un pequeño apartamento en París. Des Grieux escribe a su padre pidiendo su consentimiento para casarse con Manon, y los dos leen juntos la carta. Por la carta precisamente, nos enteramos de que la chica acaba de cumplir los dieciséis años. En la estancia irrumpen dos hombres con uniforme de soldado, dispuestos a llevarse a Manon; uno es Lescaut, el otro, que pasa por ser un compañero de Lescaut, es De Brétigny, que espera ser el amante de Manon. Manon lo reconoce, pero no Des Grieux.
Al principio, Des Grieux y Lescaut discuten ásperamente; Manon está atemorizada, y De Brétigny trata de moderar a su amigo. Pero Des Grieux asegura a Lescaut que sus intenciones son honestas, y mientras le muestra la carta que acaba de escribir, De Brétigny lleva aparte a Manon y le dice que el padre de Des Grieux tiene el propósito de llevarse a su hijo por la fuerza esa misma noche, disuade a Manon en su intención de prevenir a su amado, preguntándole si no prefiere una vida de lujo con él a la pobreza que le puede ofrecer Des Grieux.
Se marchan los visitantes y Des Grieux sale a enviar su carta. A solas, Manon piensa en su debilidad para rechazar los ofrecimientos de De Brétigny y en el inminente final de su idilio con Des Grieux: "Adieu, notre petite table" ("Adiós, mesita nuestra"). Vuelve Des Grieux y encuentra a Manon muy triste. Cuando han acabado de cenar, él cuenta el sueño que ha tenido, un sueño de felicidad con Manon: "Instant charmant" ("Encantador instante"). Es interrumpido por una llamada a la puerta. Manon se turba y le pide que no conteste. Pero él sale. Se oye el ruido de una refriega y Des Grieux ya no regresa.
ACTO III.-
En el Cours-la-Reine, un paseo del París elegante, los vendedores callejeros pregonan su mercancía entre un bullicio general. Pousette, Javotte y Rosette salen de un local en donde han estado bailando. Llega Lescaut, hace algunas compras y se marcha. Aparece ahora Guillot y después De Brétigny, quien habla de Manon, que vive con él. Un poco después, llega Manon, que despierta gran admiración en todos y canta una coqueta canción dirigida a todos ellos, y en la que se manifiesta su talante: "Profitons bien de la jeunesse" ("Aprovechemos bien la juventud").
Finalmente Manon hace también algunas compras. Entretanto, De Brétigny se encuentra con un antiguo conocido, el conde Des Grieux, padre del anterior amante de Manon, quien dice que su hijo está en un seminario, preparándose para el sacerdocio, después de un fracaso amoroso. Manon oye parte de la conversación y, con cierto embarazo, pide al conde noticias sobre su hijo aduciendo que la amante de su hijo era una amiga suya. Y el conde dice a Manon que su hijo está comenzando ahora a superar su infelicidad.
Llega Guillot, con algunos amigos, incluido Lescaut, y algunas bailarinas de la Opera, a quienes ha traído con el propósito de impresionar a Manon, a la que pretende conseguir. Pero Manon no presta interés alguno, preocupada ahora por lo que ha sabido de Des Grieux; dice a su primo que llame a su coche y, ante la estupefacción de Guillot, se dirige al seminario de St. Sulpice.
Y es en aquel lugar donde tiene ocasión ahora la escena.
Un grupo de fieles alaban la oratoria del "Abate Des Grieux" que acaba de pronunciar un sermón. Entra su padre y trata de disuadirle de su intención de abrazar el sacerdocio, pero no lo consigue. Cuando Des Grieux queda a solas, canta su deseo de olvidar a Manon y encontrar finalmente la paz: "Ah! fuyez, douce image" ("Ah, huye, dulce imagen"). Y después sale. Llega Manon al seminario y mientras desde la capilla llegan los ecos de los rezos, convence a un portero para que busque a Des Grieux. En el largo dúo que se desarrolla entre los dos, él rechaza al principio a Manon y trata de hacer que se marche. Pero ella le dice que tenga piedad y, finalmente, él cede; no puede vencer por más tiempo su amor por ella y los dos se marchan juntos.
ACTO IV.-
En una sala de juego de París se encuentran entre los presentes Lescaut, Pousette, Javotte y Rosette. Entra Guillot, y en seguida Manon, que ha traído a Des Grieux, contra los deseos del joven. Manon y Lescaut tratan de persuadirle de que pruebe a conseguir fortuna en las mesas de juego. Cantando su amor por Manon, Des Grieux juega y gana. Y sigue jugando, animado por Manon y las tres muchachas.
Ante la racha de suerte de Des Grieux, que gana a Guillot una y otra vez, éste le acusa de hacer trampas en el juego. Y reta a Des Grieux, pero se restablece el orden y De Guillot se marcha, amenazando a la pareja. Los asistentes señalan como sospechoso a Des Grieux. Pronto vuelve Guillot con la policía para arrestar a Des Grieux por tramposo y a Manon como cómplice. La indignación de Des Grieux se trueca en remordimiento cuando ve entrar a su padre. En un concertante, Guillot se regocija con la perspectiva de vengarse, en tanto que los demás piden clemencia. El conde promete a su hijo que pronto estará libre, pero no tiene compasión por Manon.
ACTO V.-
Des Grieux hace un alto en su camino hacia Le Havre, a donde Manon y otras mujeres van a ser llevadas para su deportación como prostitutas. Llega Lescaut. Él y Des Grieux han planeado asaltar el convoy de las deportadas y rescatar a Manon, pero el proyecto no ha ido bien. Los soldados se acercan con las prisioneras. El sargento dice que una de ellas (Manon) está medio muerta y Lescaut lo soborna para que le deje llevársela, prometiendo que la devolvería después.
Lescaut deja solos a los dos enamorados. Des Grieux promete a Manon lograr su rescate, pero ella está llena de remordimientos, su único consuelo es recordar su felicidad pasada. Gravemente enferma, no tiene fuerzas para contribuir a su fuga. Y muere. Con un desesperado grito, Des Grieux cae sobre el cuerpo muerto de Manon.