Parte I. En el salón de su casa, Uberto se desespera pues no le sirven el chocolate que ha pedido hace tres horas. Toda la culpa la tiene Serpina su desobediente criada. Manda a buscarla con Vespone. El señor piensa que, en realidad, es él mismo el causante de lo que pasa, ya que durante mucho tiempo ha dejado hacer a Serpina lo que le ha venido en gana (aria: "Sempre in contrasti": "Siempre en conflicto"). Si grandes son las quejas del comerciante, mayores son las de la sirvienta, quien le dice que es demasiado tarde para que salga (aria: "Stizzoso, mio stizzoso": "Irascible, irascible mío") Uberto ya no la soporta más y manda a Uberto a que le busque una esposa. Serpina se ofrece como tal (dueto: "Le conosco"), mientras Uberto piensa en cómo quitársela de encima.
Parte II. Serpina idea un plan para obligar a Uberto a que se case con ella. Vespone será su secuaz. Se inventa un personaje, llamado capitán Tempestad, que tiene muy mal genio y al que no se le puede contradecir. Después añade que cuando ella se marche, Uberto la echará de menos (aria: "A Serpina penserete": "En Serpina pensaréis"). El señor empieza a dudar y no sabe si alegrarse o entristecerse (recitativo: "Per altro lo penserei": "Si fuera otro pensaría" y aria: "Son imbrogliato" : "Estoy hecho un lío"). Entra la criada seguida del falso capitán, quien le exige a Uberto una dote de 4.000 escudos. Si el comerciante se niega, le obligará a casarse con ella. Este acepta a regañadientes el enlace. Entonces Vespone se quita el disfraz. El señor, aunque indignado, comprende que ama a la criada y gustoso la acepta por esposa (dueto: "Per te lo ho nel core": "Por ti, en el corazón tengo").