Acto primero
Algunos oficiales relatan los pormenores de la velada pasada en el casino. Todos observaron que el pálido y sombrío Hermann había estado mirando atentamente el desarrollo del juego durante toda la velada, sin intervenir personalmente. Hermann aprece triste y preocupado y de inmediato es interrogado por su amigo el conde Tomsky, quien se interesa vivamente por su inusitado pesar, Hermann ciçonfiesa que está enamorado de una dama aristocrática, desconocida para él, agregando además que no existen posibilidades de casarse con ella, dada su pobreza.
Ahora se entera de que su bella adorada, que pasa en ese momento, es Lisa, la hija adoptiva de la Condesa, una pobre niña atormentada por la anciana y comprometida con el príncipe Yeletzky.
Aparece el príncipe y los dos amigos se acercan para felecitarle por su reciente noviazgo. El príncipe agradece y les presenta a Lisa, su futura esposa, que sale acompañada por la Condesa.
Ante la presencia de Hermann, ambas mujeres no pueden disimular su sorpresa. El joven se inquieta a su vez, lo cual es observado por el príncipe con el consiguiente recelo.
Todos se retiran, con excepción de Hermann, con quien luego se reúnen varios amigos, entre ellos Tomsky. Comentan el sobrenombre de la Condesa, a quien llaman la Condesa de Pique porque una vez en Versailles perdió toda su fortuna. A propósito de esto Tomsky relata una historia singular.
Hace sesenta años en París, el conde de Saint-Germain, le enseño a la Condesa, a cambio de su amor, el secreto de tres naipes, gracias a lo cual ella pudo recobrar su fortuna perdida en el juego. Ella misma sólo pudo jugar una vez con los naipes de la suerte y a puesto también a los dos únicos hombres conocedores de su secreto la condición de poder jugar sólo una vez. Además ha tenido una versión extraña en la que le fue anunciado que moriría si descubría su secreto a un tercero. Jocosamente los oficiales instan a Hermann a que vaya a pedirle el secreto del naipe ganador a la Dama de Pique.
Semejante revelación aumenta las preocupaciones de Hermann, que no puede evitar la atracción que siente por Lisa, a quien está resuelto a conquistar. Una tormenta dispersa a los paseantes y Hermann jura obtener por todos los medios el favor de su amada.
Cuadro Segundo: Habitación en casa de Lisa.
El amor de Hermann por Lisa es correspondido. La joven se distrae con sus amigas pero la gobernanta las despide y ordena a Lisa que se retire a descansar. Pero a la joven le es imposible conciliar el sueño. Creía amar a su prometido pero sin embargo no puede dejar de pensar en Hermann, quien penetra en ese momento en su habitación, jurándole apasionadamente amor eterno y amenazando con matarse si ella no le corresponde. La Condesa interrumpe por unos minutos la conversación; Hermann se oculta y la presencia de la anciana sugiere en su menye la idea del naipe de la suerte. Cuando la dama se retira, prosigue con sus requerimientos amorosos y finalmente Lisa cede a sus vehementes palabras de amor.
Acto segundo
Cuadro Primero: Baile de máscaras en casa de un dignatario de la corte.
Desde que Lisa le escuchara, Hermann está cada día más decidido a conseguir mediante el secreto de las cartas los medios para poder casarse con ella. Encuentra nuevamenta a su amada en un baile de máscaras, en el que ella es apremiada por con insistentes declaraciones amorosas por parte de su prometido, el príncipe Yeletzky. Nuevamente Hermann es objeto de alusiones burlescas por parte de sus amigos referentes a la Dama de Pique, a la que podía seguramente sustraer su secreto. Cuando encuentra a Lisa, después de la representación pastoral, el intermedio "Dafnis y Cloe", ésta le entrega la llave del jardín de su casa, diciéndole que deberá pasar de noche por la habitación de la Condesa, que no se encuentra allí, para dirigirse a la suya.
Hermann en plana exaltación, se siente ya poseedor del anhelado secreto de la Condesa. La fiesta se reanima ahora con el anuncio de que la Zarina en persona se hará presente en el baile. LA soberana hace su entrada triunfal ante la admiración de tosdos los invitados. Tan solo la Condesa permanece inmutable.
Cuadro Segundo: Aposento de la Condesa
Hermann considera esta oportunidad como un signo del destino. Por medio de la llave del jardín penetra en el dormitorio de la Condesa. Al escuchar la proximidad de la anciana, Hermann se oculta. Seguida por Lisa y sus servidores la Dama se dispone a descansar, pero decide hacerlo más comodamente en un sillón.
Al quedar sola, evoca con nostalgia sus días transcurridosen la corte de Francia y se adormece entonando una vieja canciónde aquellos tiempos. Hermannse presenat de improviso, diciéndoleque no ha venido para hacer mal sino para conocer el famoso secreto de los naipes de la suerte. La Condesa, lo rechaza enérgicamente y cuando él la quiere hacer confesar amenazándola con un revólver, la dama muere de un ataque fulminante al corazón, llevándo su secreto a la tumba.
En ese momento se presenta Lisa, quien descubre horrorizada la muerte de la anciana. Hermann enloquecido, clama por el secreto que nunca podrá conocer. Lisa, comprendiendo la realidad de la situación, le ordena valientemente que se aleje de ella, tratándolo de monstruo y criminal.
Acto tercero
Cuadro Primero: Habitación de Hermann en el cuartel
Lisa, que sospechó primeramente horrorizada, que Hermann había asesinado a la Condesa, cree ahora en su inocencia; ella le ha escrito dándole una cita para esa misma noche. Hermann lee la carta en su cuarto y cae aniquilado sobre un sillón.
En su desesperación cree asistir a los funerales de la Condesa acompañados por cánticos religiosos. La idea de la posibilidad de obtener una fortuna, desaparecida ahora para siempre, le obsesiona cada vez más. Pero de repente, en medio de una ráfaga de viento, Hermann tiene la visión alucinante del espíritu de la Condesa que le ordena no abandonar a Lisa, que se case con ella, revelándole además el anhelado secreto, y le nombra los tres naipes de la suerte: tres, siete y as ... Hermann, enloquecido, se aleja presuroso, murmurando entre dientes el número de los tres naipes: tres, siete y as ...
Cuadro Segundo: Por la noche, junto al Neva
Lisa espera a Hermann oculta en la sombra de un palacio a orillas del Neva. Al llegar Hermann se echa en sus brazos, jurándole nuevamente su amor. Ambos quieren huir lejos, pero antes, él quiere tentar fortuna en el juego.
Con palabras entrecortadas, Hermann explica a Lisa el milagro de las cartas. Ríe, delira, rechaza a Lisa y se aleja cada vez más enloquecido por la obsesión que lo domina. Lisa, Piensa en la perdición irremisible de su amado y desesperada se arroja al río.
Cuadro Tercero: Salón en una casa de juego
El príncipe Yeletzky se encuentra allí por primera vez, tratando de olvidar en el juego las penas y desengaños que le ha causado su desgraciado amor por Lisa. Entonces llega Hermann. Yeletzky lo quiere desafiar, pero Hermann juega también él por primera vez. Apuesta el tres y gana; luego el siete y sucede lo mismo. Nadie habla ya. Hermann trata de tranquilizarse, pero nadie quiere jugar con él. De pronto Yeletzky se declara dispuesto; cuando Hermann descubre su carta y sin mirarla exclama "As", el destino lo ha traicionado,... no tiene el "As" en sus manos sino la "Dama de Pique".... Ha perdido y en ese mismo instante cree ver en la carta la imágen de la Condesa. Presa de la desesperación Hermann se suicida y pide perdón al Príncipe antes de exhalar el último suspiro, invocando el recuerdo de la amada. Todos los presentes imploran la clemencia divina para el alma atormentada y rebelde del desdichado Hermann.