Acto I
El pueblo celebra la reconciliación de los hermanos Arvino y Pagano, enemistados desde la boda de Arvino y Viclinda. Un Prior de la ciudad anuncia que Arvino será el líder de los cruzados. Cuando su hermano se retira, Pagano revela que aprovechará la partida de Arvino para consumar su venganza.
Folco, padre de Arvino y Pagano, se encuentra en el palacio y Viclinda y su hija Giselda se dirigen a su encuentro. Pagano y su secuaz Pirro ingresan dispuestos a matar a Arvino, pero asesinan a Folco en su lugar. Los asesinos son interceptados por Arvino y condenados al destierro.
Acto II
Viclinda ha muerto. Los cruzados se encuentran a las puertas de Antioquia, en donde Acciano y sus seguidores resisten. Sofía, su esposa, intenta convencer a su hijo Oronte para convertirse al cristianismo. Oronte accede y confiesa su amor por la prisionera Giselda.
Pagano, ahora conocido en la región como “el ermitaño”, recibe la visita de Pirro, que no lo reconoce. Pirro le comunica al ermitaño que, arrepentido, está dispuesto a revelarles a los cruzados las defensas de Antioquia. Los cruzados se acercan y Arvino revela al ermitaño que su hija ha sido capturada. El ermitaño promete luchar junto a él. Poco después, las mujeres de Antioquía aparecen perseguidas por los cruzados, y Sofía le revela a Giselda que Arvino asesinó a su esposo y a su hijo. Giselda se muestra horrorizada ante la violencia de su padre.
Acto III
Giselda se sorprende al ver a Oronte, a quien creía muerto. Los jóvenes deciden escapar juntos.
Arvino descubre que su hija escapó y un grupo de cruzados le comunica que su hermano fue visto en los alrededores. Mientras tanto, Giselda cuida a Oronte, gravemente herido por los cruzados. Poco después llega el ermitaño, con agua bendita para el agonizante Oronte.
Acto IV
Giselda se encuentra nuevamente en el campamento de su padre. Arvino perdonó a su hija, que percibe entre sueños una visión que le anuncia que los cruzados encontrarán agua en Siloim. Giselda comunica esto a los lombardos, agobiados por la sed, y todos se dirigen a Siloím con renovada esperanza. El ermitaño, gravemente herido, es socorrido por Giselda y Arvino. Pagano revela su identidad poco antes de morir, mientras en el exterior de la tienda se ve a Jerusalén en poder de los cruzados.