Acto primero
Cuadro Primero: Jardín en casa de la señora Larina
La señora Larina conversa con Filipovna, mientras ésta prepara dulce. Larina escucha el canto de sus hijas Tatiana y Olga, que evoca en ella recuerdos del pasado, añoranzas de los días de juventud, cuando estaba enamorada de un oficial alegre y despreocupado. Pero los años pasaron; en lugar del apuesto oficial se casó con un hombre honrado, a quien en principio no amaba. Ahora, viuda, vive con sus hijas en la paz y serenidad de la campaña. A la distancia se escucha el canto de los campesinos, quienes al finalizar su labor vienen a saludar a su ama. Los trabajadores, ante una sugerencia de Larina, se reúnen a cantar una canción en acción de gracias, mientras Tatiana y Olga se acercan para escucharlos. El canto de los lugareños emociona a Tatiana. Filipovna, la nodriza, está preocupada por Tatiana a quien cree enferma, pero la joven la tranquiliza, lo mismo que a su madre, hablándoles de una tierna historia de amor que está leyendo en esos momentos. La nodriza anuncia la visita de Lenski, un joven vecino, quien llega acompañado por su amigo Eugenio Onieguin. Luego de las presentaciones, los jóvenes quedan solos en el jardín: Olga con su prometido Lenski y Tatiana con Onieguin, bien conocido por sus lances amorosos.
Filipovna observa con sentimientos contradictorios el paseo de Onieguin con Tatiana. Pero mientras Lenski y Olga parecen haberse comprendido en seguida, Onieguin, avisado galanteador, guarda reserva frente a Tatiana.
Cuadro Segundo: Habitación de Tatiana
Demasiado nerviosa, Tatiana desea tranquilizar su espíritu ya que no puede borrar de su mente el recuerdo de Onieguin. Decide entonces escribirle una carta, dando rienda suelta a sus sentimientos en una impetuosa confesión de amor. Cuando la concluye ya es de mañana y el sol se ha levantado. Tatiana no se atreve a releer la carta y apresuradamente la cierra, entregándola poco después a la recelosa e indecisa Filipovna para que la haga llegar a su destinatario.
Cuadro Tercero: Un rincón del jardín
Un grupo de aldeanas canta mientras recoge frambuesas. Tatiana entra ansiosamente, esperando la llegada de Onieguin. Al presentarse el joven, intenta huir pero es detenida por él, quien no tarda en aclararle sus pensamientos. Ha recibido la carta, testimonio de un amor inocente, francamente expresado, pero Onieguin tiene sin embargo que hacerle una confesión: su vida mundana le ha dado un corazón frío y voluble, un corazón que nunca conocerá el verdadero amor.
No puede hablar de casamiento: si ese fuera su plan no desearía otra mujer que Tatiana, pero tan sólo puede ofrecerle un afecto de hermano. Tatiana lo escucha, permaneciendo en humillante silencio. El la toma entonces de la mano y trata de acompañarla hasta la casa. Se oye nuevamente a las aldeanas cantando en el jardín.
Acto segundo
Cuadro Primero: Salón en casa de la señora Larina
Numerosos invitados se han reunido con motivo del cumpleaños de Tatiana. Entre los concurrentes se encuentran Lenski y Onieguin. Lenski baila con Olga y Onieguin conversa con Tatiana y luego baila con ella, hasta que escucha algunos comentarios de quienes expresan que la joven ha de ser una nueva víctima del seductor. Para evitar las murmuraciones, Onieguin se separa de Tatiana, manifiestamente cansado por el ambiente pueblerino de la fiesta, y para molestar a su amigo Lenski, responsable de la invitación, baila ahora con Olga. Luego Olga y Lenski discuten mientras Onieguin observa satisfecho por haber despertado los celos de su amigo.
Triguet, un profesor de francés, canta una canción dedicada a Tatiana, ofreciendo luego a la joven el manuscrito de sus versos. La próxima danza es una mazurca que Olga concede nuevamente a Onieguin. Lenski los observa entonces, sombríamente. Cuando la danza ha concluido, Onieguin habla con Lenski, discutiendo luego abiertamente ante todos los invitados. Cuando Lenski lo desafía, Onieguin comienza a darse cuenta de que ha llevado el asunto demasiado lejos. Los sentimientos se exaltan y los invitados, lo mismo que la señora Larina y sus hijas, se inquietan ante la perspectiva de que el baile concluya en un duelo. Finalmente, ante la sorpresa de todos, Onieguin acepta el reto de Lenski, esperando enseñar al joven a comportarse con mayor discreción. Los invitados tratan de retenerlos, pero ambos se retiran. El duelo es ahora inminente.
Cuadro Segundo: Lugar desierto
A la mañana siguiente Lenski y Zaretski, su padrino de duelo, llegan al lugar de la cita. Mientras esperan a Onieguin, Zaretski se aleja un momento, dejando reflexionar a Lenski sobre su trágico compromiso. ¿Si él muere, Olga verterá lágrimas sobre su tumba? Aún suspira por el amor de la joven pero se resigna a su destino. Onieguin aparece acompañado por su "valet" Guillot, a quien presenta como su padrino. Los oponentes toman las armas y luego Zaretski da la señal. Onieguin dispara primero y Lenski cae. Todos se precipitan sobre él, pero Lenski está muerto. Horrorizado, Onieguin esconde su rostro entre las manos.
Acto tercero
Cuadro Primero: Gran salón en un palacio de San Petersburgo
Llega Onieguin al palacio; contempla la magnífica fiesta y la alegría que reina entre los concurrentes, quienes bailan una brillante polonesa. Pero nada logra borrar de su espíritu la amargura que lo domina. Está aburrido y todavía acuciado por el remordimiento causado por la muerte de su amigo. El largo tiempo transcurrido y los viajes no han mitigado la horrible impresión. Los invitados observan su solitaria figura. Poco después llega el príncipe Gremin con Tatiana, que es ahora su esposa. Todos admiran la belleza de la princesa, la cual no tarda en ser rodeada por numerosos amigos de su marido, que desean rendirle homenaje. El príncipe, en un ángulo del salón, conversa con Onieguin. Tatiana lo advierte y pregunta a sus admiradores quién es la persona que está con su marido. Estos le responden que es un cortesano sin fe que acaba de regresar de un largo viaje. Tatiana reconoce en él al hombre que deslumbrara sus sueños de adolescente, experimentando una gran emoción. Onieguin inicia un nuevo diálogo con Gremin, enterándose de que el príncipe es ahora el esposo de Tatiana. Gremin hace entonces el elogio del amor en general, refiriéndose luego al amor de Tatiana, que ilumina ahora su existencia.
Al encontrarse, Tatiana y Onieguin se comportan reservadamente. Tatiana se aleja con su marido. Onieguin descubre entonces que la ama. Inmediatamente envía un mensaje a la joven con el objeto de poder entrevistarla. Tatiana hace esperar un momento al portador y luego accede al pedido de Onieguin.
Cuadro Segundo: Un recinto del palacio
Tatiana, preocupada, lee el mensaje de Onieguin. La repentina aparición del joven aventurero ha vuelto a despertar sus sentimientos hacia él. Aparece Onieguin y cae de rodillas delante de ella. Con gran control de sí misma, Tatiana le habla con franqueza, como antes él hiciera con ella. Entonces Tatiana le ofreció su corazón y él la trató desconsideradamente. No la quiso entonces. ¿Por qué la desea ahora? Onieguin explica su cambio afectivo y propone volver al pasado. Pero el pasado no puede retornar. Tatiana le confiesa que aún lo ama, pero ahora pertenece a otro hombre a quien será siempre fiel, y se despide de él definitivamente, dejándolo sumido en la más completa desesperación.