Escena I
Doncellas del palacio comentan y se mofan de la situación de la princesa Electra: denigrada y humillada, convive con la servidumbre y los animales, no permite que nadie se le acerque y cada atardecer invoca al espíritu de su padre. Ante estas burlas, una de las doncellas sale en defensa de Electra y se apiada de su estado mientras maldice a las demás, pero la Celadora pone fin rápidamente a la situación y las hace entrar
Escena II
Electra, invocando al espíritu de su padre, repite el ritual diario a Agamenón, jura vengarlo y honrarlo como un rey se merece. Pero en vano espera que aparezca la sombra del rey asesinado
Escena III
Crisótemis acude a su hermana mayor y le expone sus angustias por estar condenada al encierro en ese lúgubre lugar, su necesidad de vivir, de ver la luz exterior y de amar, exhortando a Electra a deponer su actitud hostil y a olvidar para poder seguir viviendo, pues está convencida que nadie volverá: ni el padre, ni el hermano, ni los enviados de ambos. Las humanas súplicas no son escuchadas por Electra quien le ordena reunirse con su madre y Egisto. El interior del palacio se llena de aullidos, movimientos extraños y ruidos de látigos: el cortejo de Clitemestra prepara un nuevo sacrificio. Crisótemis ruega a Electra no enfrentarse con su madre, pues ésta ha soñado con Orestes y ha gritado como si la estrangularan, pero Electra reafirma su decisión de verla y hablarle, aunque Crisótemis le previene que hoy se muestra muy agresiva
Escena IV
Un cortejo de pesadilla acompaña a la torturada reina que llega pálida y titubeante para cumplir una nueva acción liberatoria, pero la presencia de Electra se lo impide. En un raptus somnoliento, Clitemestra se lamenta de esa inquietud que la devora y expone las dudas de los consejos de sus próximas, ordenando a la Confidente y a la Portadora del Manto que se retiren junto con la servidumbre para quedarse a solas con Electra. Clitemestra trata de establecer un nuevo contacto con su hija, pero Electra le habla de Orestes y del maltrato que sufriera, aunque la reina asegura que había enviado oro para mantenerlo, a lo que Electra contesta: “No, para matarlo...”. Clitemestra, considerando la inteligencia de su hija, le pide entonces consejos para un sacrificio efectivo, pero el odio de Electra le da como única respuesta el plan que tiene para exterminarla, cosa que acaba con la reina. Son interrumpidas por la Confidente que viene a informarle secretamente de una noticia: Clitemestra ríe y pide luces y más luces... el brillante cortejo entra al palacio, con una satisfecha reina que parece haber olvidado todos sus males
Escena V
Electra no comprende que puede haber alegrado tanto a su madre, cuando irrumpe Crisótemis desesperada con la noticia de que han llegado dos extranjeros anunciando la muerte de Orestes. Electra se resiste a creerlo y ante la vehemencia de su hermana, trata de convencerla para que la ayude a cometer el homicidio ya que Orestes no está. La horrorizada Crisótemis rechaza el violento plan. Llega un Joven criado y llama al establo: sale el Viejo criado y recibe la orden de buscar un corcel para comunicar la noticia de la muerte de Orestes a Egisto que se encuentra en los campos. Otra vez a solas, Electra coacciona moralmente a Crisótemis, pero la joven se niega por segunda vez y escapa. Electra la maldice y decide que realizará sola la acción.
Escena VI
Como una fiera, Electra busca el hacha que mataron a su padre para encaminarse al palacio, pero es sorprendida por un extraño que la observa. El enigmático personaje trata de averiguar quién es, hasta que Electra declara ser de sangre real; el extranjero se revela como Orestes y ambos hermanos se reconocen. Electra eleva loas al vengador de la estirpe, el mismo que ha esparcido la noticia de su propia muerte para poder llegar de incógnito. Son interrumpidos por el Preceptor de Orestes que les obliga a callar para no despertar sospechas. La puerta del palacio se abre y la Confidente hace entrar a ambos extranjeros para entrevistarse con la reina.
Escena VII
Electra espera y nota que Orestes ha entrado sin el hacha... pero los gritos desgarradores de Clitemestra le dan la pauta que su hermano ha cumplido igualmente con el deber, aunque Electra exclama: “Golpea una vez más...” y se escucha el estertor de la reina. Mientras Electra bloquea la puerta del palacio, acuden Crisótemis, las Doncellas y otras Servidoras, pues han oído gritos y al ver hombres corriendo, piensan que unos asesinos han entrado al palacio. Cuando intentan que Electra les deje pasar, se dan cuenta de la llegada de Egisto y huyen.
Escena VIII
Entra Egisto en medio de la oscuridad y pide luces, pero nadie acude. Electra aprovecha la situación y le ilumina el camino hasta la entrada, mostrándose sumamente halagadora con él. Egisto se sorprende de la proximidad de Electra, quien hasta ahora le había sido hostil, ignorando que es conducido a su fin: los sicarios atacan a Egisto que pide auxilio en vano y arrastran el cadáver del usurpador
Escena IX
Electra se libera de su carga emotiva. Entra nuevamente Crisótemis para anunciar que Orestes ha vuelto y todo el palacio está en revuelta: mientras unos exultan, los fieles a Orestes ultiman a los seguidores de Egisto. Intentando preparar la danza épica , Electra le pide a su hermana llamar a todos para que la sigan, cuando las fuerzas la abandonan. Crisótemis llama a Orestes. Nadie responde: sólo se escucha el eco de Agamenón