Drama lírico en un acto
Libreto: Gino di San Leo, basado eb el cuento La nodriza, del escritor portugués Eça de Queiroz
Estreno mundial en el Teatro Colón el 19 de junio de 1924, dirigida por Gabriel Santini
Empresa Faustino Da Rosa y Walter Mocchi
Nazdah: Madelaine Bugg
Reina: Sara César
Príncipe Satananda: Víctor Damiani
Aruna: Stephan Bielina
Esclava: Clelia Zotti
Acto único
La acción se desarrolla en la India. El rey Bhima, joven y valiente, ha salido para lejanas tierras al frente de su ejército.
En el palacio ha quedado su esposa con un hijito de tierna edad, bajo el solícito cuidado de su nodriza Nazdah. La reina aguarda con ansiedad la vuelta de su amado.
En un castillo cercano al del rey vive un hermano bastardo, el príncipe Satananda, de costumbres depravadas, y el cual es terror de la población. Este codicia el trono y ama a la reina. Ella, indignada, rechaza sus palabras ardientes. Entretanto, Aruna, su mensajero fiel, llega trayendo tristes noticias; el rey ha muerto como héroe, rodeado por sus nobles guerreros. La reina estalla en sollozos, y las esclavas y soldados se lamentan dolorosamente. El príncipe Satananda concibe siniestros planes acerca del pequeño heredero. Cuando queda sola la reina encomienda a Nazdah que vigile constantemente a su hijo. Llega la noche. Nazdah está en su alcoba con los dos niños; el príncipe y su propio hijo, ambos de la misma edad. El primero duerme en una suntuosa cama; el otro, en una humilde cuna. De pronto se oyen rumores en el palacio.
Nazdah, en un instante, lo comprende todo. La vida del pequeño príncipe está en
peligro. Sin vacilar, besando locamente a su hijo, le pone en la cama del príncipe y lleva
a éste a la modesta cuna. A tiempo ha hecho el cambio. Entra Satananda, y, después
de breve lucha, arrebata el niño envuelto en encajes de ceda.
De afuera se oyen gritos de victoria. Han dado muerte a Satananda. Luego de oyen nuevos clamores; ha sido encontrado, junto a su cadáver, el del niño estrangulado.
La reina calma en seguida aquel furor, mostrándose con su propio hijo en brazos. ¿Quién es el niño muerto?, preguntan todos. Nazdah no habla. La reina entonces va en busca del compañero de su hijo, y, no hallándolo, comprende todo el sacrificio de la leal esclava. La multitud la vitorea y pide sea recompensada. Le son ofrecidos los mayores tesoros de la India. Nazdah elige un puñal incrustado de esmeraldas. “He salvado a mi rey” exclama. “Voy ahora a amamantar a mi hijo”. Y se clava el puñal en el corazón.