Argumentos
Viaje al corazón de las tinieblas
Conrad se enfrenta a un juicio ante un jurado de cuerpo presente, el público. Deberá revivir un viaje mil veces acontecido: internarse en las más oscuras de las tinieblas y ser capaz de regresar ileso e inocente.
Este no es un cuento lejano, ni lejana es la geografía del continente saqueado, porque el territorio corruptible es el propio ser humano, su carne puede pudrirse sin necesidad de morir pero si de matar. Una vez más, en nombre del desarrollo y la civilización, se opta por la peor de las pesadillas y aquellos que podían impedirlo terminan siendo el relevo del terror.
Para esta sociedad, “Ellos”, los monstruos no son los productos defectuosos, sino sus criaturas más perfeccionadas y “Nosotros”, una mayoría bien intencionada y menos audaz, lavamos nuestra conciencia horrorizándonos del horror.
Bautizamos al Monstruo para excomulgarlo; lo recluimos en textos literarios y artículos de ley y nos aseguramos de echarlo a la distancia exacta: Lo lejos necesario para que no se cruce con nuestros hijos pero lo suficientemente cerca para que de los frutos de su mal nos salpique alguna ventaja.
Pero, y por sobre todo, le exigimos al monstruo discreción; que no venga a contarnos lo que hace y menos cuando estamos comiendo! Porque enterarse exige un tiempo de perplejidad y de duelo que interrumpe la fiesta y la cadena productiva.
Aquel que es capaz de internarse en el corazón de las tinieblas ya no puede regresar entero; aunque vuelva su cuerpo desafinado y perdido; su alma será apenas ropa colgada en una silla.
Concepción Musical
La concepción del “Viaje al corazón de las tinieblas”, es primordialmente musical. Entendiendo que es la música quien puede “decir” todo aquello que las palabras no alcanzan.
Kurtz, el personaje mítico de esta historia está interpretado exclusivamente por un bajo.
El horror, el terror, la oscuridad, la soledad, la muerte, son algunas de las ideas que la música contemporánea logra transmitir en profundidad a través de este género.
La ópera está concebida en tres secciones: La primera a modo de “mosaico” ¨, trasladando una estructura de Debussy, la segunda es una forma “Sonata” y la última, “Variaciones” (de todos los elementos presentados en las dos secciones anteriores) con toda la complejidad y sutileza que el lenguaje Contemporáneo proporciona y requiere.
La columna vertebral de la estructura o germen rítmico de la obra, está basado en los “Ritmos Africanos” cuya base simple, superpuesta, recortada y elaborada, deviene en la llamada “Polirritmia”, típica en el uso de estos ritmos africanos. Tal cuestión fue motivo de investigación realizada por el compositor en un viaje que realizó a Cuba hace 18 meses, donde pudo tener acceso a un valioso material acerca de estos ritmos y su uso en la música contemporánea.
La íntima relación entre la música y la palabra, el gesto musical y la actuación, es un elemento clave ya que no se puede concebir una sin la otra. Son inseparables, se complementan, se acompañan, muchas veces se contradicen. Nada está librado al azar: Cada respiración, cada pausa, cada forte o piano, cada cambio de tempo, las combinaciones tímbricas de los instrumentos y las voces, los elementos musicales y dramáticos, se entrelazan conformando un discurso único entre los retazos dejados por el desarrollo musical del SXX.
Martín Queraltó