ACTO I.- Salón de la Commédie Française. Actores y actrices se preparan para salir a escena bajo la mirada vigilante de Michonnet. Llegan el príncipe y el abate; tras los cumplidos de rigor preguntan si el teatro está lleno. "No queda ni una entrada, ya que hoy actúa Adriana", responde Michonnet. Aparece la actriz ensayando su papel. Cuando elogian su arte, responde que no es mas que una humilde servidora del genio creador. Cuando se marchan el príncipe y el abate para realizar una de sus frívolas intrigas, Michonnet, que ha heredado a un tío suyo, está a punto de confesarle a la actriz el amor que le profesa desde hace años, cuando es ella la que le cuenta que está enamorada de un militar que acaba de regresar de una campaña Llaman a escena y Michonnet sale. Al momento aparece Maurizio. Adriana, que en realidad ignora su rango, le dice que sólo actuará para él esa noche y le entrega un ramito de violetas. Aparecen de nuevo el príncipe el abate Aquél cree que su amante lo engaña con un militar, mientras los actores y actrices comentan que es en realidad su esposa quien le es infiel. Cuando Michonnet se queda solo, comenta la actuación de Adriana. Maurizio le envía una nota a la actriz diciéndole que no puede verla esa noche en el escenario pues tiene una cita con una dama, encuentro que es muy importante pues puede ayudarle en su carrera. La actriz entra turbada por el mensaje, pero el príncipe que ha prometido dar una fiesta en su honor, precisamente en el mismo sitio donde tendrá lugar la cita de Maurizio, le dice que asistirá el superior del militar. Entonces la actriz decide ir, máxime cuando el noble le da la llave de la casa.
ACTO II.- Salón de una villa. La princesa medita sobre el amor que siente por Maurizio, al que espera ya que ha sido ella la que lo ha citado. Cuando entra, el hombre le dice que se ha tardado pues creía que le seguían. Al ver el ramito de violetas, la noble le pregunta si no sería por culpa de otra mujer. Sin perder la sangre fría, el militar le responde que las flores son para ella. De pronto oyen la llegada de un coche. La princesa corre a esconderse. Cuando aparecen su marido v el abate, Maurizio está dispuesto a darle una satisfacción al primero, pero éste le dice que no se preocupe y le cede su amante, pues estaba cansado de ella. Entra Adriana y se queda sorprendida de ver a Maurizio, sorpresa que es mayor cuando se entera de que es el conde de Sajonia. Al quedarse solos, los amantes aclaran todos los malentendidos. El joven le asegura que se encuentra en la villa por razones políticas y no de amor. Llega Michonnet, quien debe de hablar con la amante del príncipe. Cuando le dicen que se halla en la habitación de al lado, entra. Al poco rato vuelve a aparecer y afirma que otra es la dama. El abate quiere ver de quién se trata, pero Adriana se coloca delante de la puerta y no le deja pasar. Cuando todos salen, la actriz apaga las luces y se ofrece a la princesa para salvarla. Al salir en la conversación el nombre de Maurizio, las dos se dan cuenta de que aman a un mismo hombre, aunque Adriana proclama que el noble le corresponde. La princesa escapa. Al momento entra Michonnet con una joya de la noble que se ha caído en el jardín Adriana muy nerviosa, cree que Maurizio se ha marchado con ella.
ACTO III.- Gran salón en casa del príncipe. El abate se ocupa de los últimos preparativos para la fiesta. Al ver preocupada a la princesa, quien se ha enterado de que Maurizio ha caído preso por deudas que tiene con su esposo, la corteja descaradamente. Altanera, la noble lo desprecia. Llegan los invitados. La anfitriona reconoce a Adriana. Todos esperan la llegada de Maurizio, pero la princesa dice que ha sido herido en un duelo. Adriana se desmaya. Entonces aparece el conde de Sajonia y afirma que no está herido. Luego se acerca a la noble para agradecerle el dinero que le ha prestado. La mujer lo cita para más tarde. Se aproxima su esposo y le ruega a Maurizio que cuente su última batalla. Este la relata. Empieza la fiesta. Adriana y la princesa se enfrentan. Esta asegura que la amante de Maurizio es una mujer de teatro, mientras la actriz afirma que es noble y le enseña el brazalete perdido en la huida. El príncipe lo reconoce; entonces su esposa le pide a Adriana que recite un poema. Esta accede y declama un monólogo. Su rival, violenta por los versos alusivos a su comportamiento, promete vengarse. Adriana se marcha y espera que Maurizio la acompañe Este sin embargo se queda junto a la princesa, mientras el anfitrión acompaña a la actriz hasta la puerta.
ACTO IV.- Salón en casa de Adriana. Michonnet, preocupado, visita a la actriz. Cuando entra, Adriana se comporta de manera nerviosa y le dice que quiere abandonar el teatro ya que sólo el amor le importa. El hombre la comprende y le quita de la cabeza la idea de vengarse de su rival. Aparecen los actores y actrices amigos de Adriana que vienen a felicitarla por su cumpleaños, pero la verdadera razón que los mueve es convencerla para que vuelva al teatro pues el público casi no va desde que ella falta. Entra un criado con un cofrecito. Al abrirlo, la actriz ve que dentro hay una nota de Maurizio y el ramito de violetas secas. Para Adriana éste es el final de su amor. Michonnet trata de convencerla de que se equivoca y le dice que pronto llegará su amado ya que le ha escrito para que venga. Cuando éste aparece, le asegura a la actriz que todos sus problemas se han arreglado y quiere casarse con ella; Adriana le responde que será mejor para ella volver al teatro; al final terminan abrazados. De pronto, la actriz se siente mal y dice que es por culpa de las flores. Maurizio entonces comprende que la princesa las ha envenenado. Adriana delira y cree hallarse en el escenario, mientras Michonnet y su amante la cuidan. Se pone a recitar y muere creyéndose Melpómene.